09 diciembre 2021

Una Europa excluyente y suicida

P. Santiago Martín FM


La Comisión Europea, a través de su Comisión de Igualdad, redactó unas recomendaciones dirigidas a todos los países miembros para que se aplicara lo que ellos entienden por “lenguaje inclusivo”, en este caso referido a la Navidad. 

Para estos personajes que viven muy bien a costa de los impuestos que pagan todos los europeos, incluidos los cristianos, no debería haber ninguna referencia religiosa en los mensajes que las entidades públicas emitieran estos días. Nada de “feliz Navidad”, sino “felices fiestas”; nada de “periodo navideño”, sino “periodo de vacaciones”. Su excusa es que llamar Navidad a la Navidad podía molestar a los no cristianos.

Hace años, cuando empezó en España la campaña para retirar los crucifijos de las aulas escolares, se empleó el mismo argumento. “A los niños que no son cristianos -se decía-, les molesta ver el signo de otra religión en sus clases”. Ya entonces comenté que la solución para integrar a todos no venía de la mano de la resta, sino de la suma. No quites el crucifijo -dije-, pon a su lado una media luna con fondo verde, si hay alumnos musulmanes, o una imagen de Buda si hay niños de esa religión, y para los ateos pon un marco sin fondo a través del cual se vea la pared, pues ellos también son creyentes, aunque el dios en el que ellos creen es la nada. Retirando el crucifijo quien ganó fue precisamente el colectivo de los ateos, no el de los musulmanes o el de los budistas. En lugar del crucifijo no hay nada y ése es precisamente su dios.

Ahora, los brillantes intelectos de la Comisión Europea han dado un paso en ese mismo sentido y con el mismo argumento. Para que no se molesten los musulmanes, no felicites la Navidad llamándola por su nombre, afirman. Afortunadamente el rechazo ha sido tan grande que han tenido que dar marcha atrás. Lo mismo, por cierto, ha sucedido en Inglaterra, aunque en este país quien ha salido en defensa de la vigencia de los símbolos cristianos ha sido curiosamente un parlamentario musulmán.

Este lenguaje que ellos llaman inclusivo es en realidad un lenguaje excluyente, que busca una Europa también excluyente, en la que no tenemos cabida los cristianos. Si quieren incluir, que feliciten la Hanukkah a los judíos -que termina, por cierto, el próximo lunes- o el ramadán a los musulmanes en el próximo mes de abril. Si quieren incluir, que sumen, pero no que resten. Pero todo esto ya lo saben de sobra los burócratas de la Comisión Europea, lo que pasa es que quieren que desaparezcan las raíces cristianas del continente y aprovechan cualquier excusa para conseguirlo.

Todo esto me ha llevado a pensar en San Juan Pablo II y también en aquellas imágenes de los obreros del sindicato de Solidaridad arrodillados en misa, mientras se mantenían en huelga en los astilleros de Gdansk. Nos utilizaron, utilizaron la vitalidad y capacidad de resistencia de los católicos para acabar con el comunismo. Y ahora, que piensan que ya no nos necesitan, quieren implantar lo que fue siempre su objetivo: una nueva dictadura sin Dios, donde sólo se adore al dinero y al placer. Su fin, como dijo San Pablo en su carta a los Filipenses, es la perdición, porque su dios es su vientre y su gloria sus vergüenzas. Habrá que recomenzar sobre la ruina que dejarán y que ya están dejando con sus políticas ateas -por ejemplo, promoviendo una Europa sin niños, con la tasa de natalidad más baja del mundo, alejadísima de la tasa de reposición de la población. Su política es suicida y ellos avanzan llenos de soberbia hacia el abismo.

Lo mismo que resistimos a los tiranos comunistas, resistiremos y venceremos a estos tiranos laicistas, aunque, al igual que aquellos, dejarán tras su paso sólo destrucción. El odio de los ateos laicistas no podrá con nosotros, lo mismo que no pudo el odio de los ateos comunistas, aunque nos harán sufrir mucho estos, al igual que lo hicieron aquellos. Cristo ha vencido y seguirá venciendo. Por eso, más que nunca, pongamos este año símbolos religiosos en nuestros balcones y que no se le ocurra a ningún cristiano decir “felices fiestas”, porque la fiesta consiste en que nació el Hijo de Dios de la Santísima Virgen María. Aunque aún faltan unas semanas: Feliz Navidad.