04 noviembre 2021

Año XVIII - Nº 1268

 

¿Estoy comprometido con mi parroquia?

Editorial


La fe tiene una dimensión comunitaria irrenunciable y, si se suman esfuerzos, el Evangelio puede llegar mucho más lejos.

Este domingo, 7 de noviembre, se celebra el Día de la Iglesia Diocesana con el lema Somos lo que tú nos ayudas a ser

Somos una gran familia contigo. Es una jornada en la que las diócesis recuerdan que la vivencia de la fe tiene una dimensión comunitaria irrenunciable y que, si sacerdotes, religiosos y laicos suman esfuerzos, el Evangelio puede llegar mucho más lejos.

Es cierto que hoy «la creciente movilidad y la cultura digital han dilatado los confines de la existencia» y que el individualismo dominante debilita la existencia de estas comunidades de fieles, pero la parroquia, «visiblemente representada por el edificio de culto», sigue siendo «signo de la presencia permanente del Señor Resucitado en medio de su pueblo» –de acuerdo con la Congregación del Clero–. Y entre tanto sinsentido, como decía san Juan XXIII, ha de ser esa «fuente» a la que los hombres pueden acudir a «calmar su sed».

Hoy más que nunca –en palabras el Papa Francisco a un grupo de obispos italianos reunidos Benevento el pasado verano– las parroquias deben ser «gimnasios de vida cristiana» y «escuelas de servicio a los demás, especialmente a los necesitados». Esto requiere dejarse de lamentos, tirar de creatividad, no aislarse ni volverse autorreferenciales y, sobre todo, el compromiso de todos los creyentes.

Es oportuno plantearse, como anima a hacer el arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro, si «¿tengo un compromiso con mi parroquia, con mi comunidad, con la Iglesia?» o «¿solamente acudo a la parroquia de visita, de paso?». 

Cada fiel puede aportar su granito de arena en la construcción de la parroquia. Antes de nada, puede rezar por la comunidad; puede también dedicarle parte de su tiempo; puede poner sus cualidades al servicio de la parroquia, y puede contribuir a su sostenimiento con donativos periódicos (a través de donoamiiglesia.es). Puede y debe.

03 noviembre 2021

La ‘royal-influencer’ del gobierno de «coalición»

Alba Vila

A vueltas con la reforma laboral, el nombre de Yolanda Díaz está en boca de todos.

Dicen en el minigobierno morado que el PSOE está nervioso por su popularidad y que por eso necesitan tutelar las conversaciones en torno a la derogación de la medida popular. 

Una autoridad que Pedro Sánchez ha decidido ceder a Nadia Calviño, dejando una vez más que dos de sus miembros (¿o debería decir miembras? por lo de autoridadas, digo) eternamente enfrentados vuelvan a bajarse al barro.

Como aquella popular de una mala serie para adolescentes, Yolanda Díaz se gusta cuando se erige a sí misma como la más luchadora, la más feminista, la más transparente y la mejor defensora del pueblo. Se gusta tanto como el presidente del Gobierno ante un espejo, y ya es mucho hablar. Otra cosa que tienen en común es el empeño con el que dicen eso de continuar trabajando para “defender la vida de la gente” o “no dejar a nadie atrás”.

En fin, que Sánchez ha preferido lanzar a los leones a su vicepresidente económica para él ya plantarle cara a la ministra en puertas de la campaña electoral para cuando ya le de más que un simple dolor de cabeza o un poco de insomnio. 

Porque para entonces Irene Montero o Ione Belarra serán simplemente un “lo que pudo ser y no fue”, completamente obnubiladas por los medios de comunicación que ya tienen a su musa, o por lo menos la intentan elevar a tal cosa. Y no sólo en el sentido figurado, también en el literal, ¿o es que nadie ha visto a Yolanda Díaz posando como una verdadera ‘royal-influencer’ en un glamouroso sofá de terciopelo?

Desde su propaganda comunista de salón, la empoderada no ha olvidado sus evidentes nexos con el sindicalismo por mucho que esto quede escondido entre sus altos zapatos de tacón, sus labios rojos o sus elegantes estilismos. 

Su figura cotiza al alza a pesar de su incompetencia técnica y la alaban hasta fuera de España pero si le preguntamos a esa gente a la que tanto dice defender: ¿saben cuáles son sus verdaderos anhelos? ¿le ponen cara tan siquiera?

“Comulgar es lo que más me alimenta”

José Antonio Méndez


Pepe Rodríguez de Master Chef España: Con 17 años empezó de camarero en El Bohío, la casa de comidas que su abuela fundó en Illescas, con su madre en la cocina. Con veintitantos pasaba sus vacaciones trabajando para los mejores chefs de España; y a los treinta, cuando cogió las riendas de El Bohío, ganó una Estrella Michelin, como la que conquistó en 2010 para su otro restaurante, La casa de Carmen, en Olías del Rey (Toledo).

A Pepe Rodríguez le paran por la calle tanto niños como ancianos, y las redes sociales se frotan las manos con su naturalidad como jurado de MasterChef. La fama le ha llegado con la televisión, pero el éxito profesional se lo ha guisado a fuego lento.

Al recordarle que con 49 años ha ganado el Premio Nacional de Gastronomía y premios al mejor Cocinero del Año, al Mejor Repostero, o al Mejor Empresario, dice que “es literatura”, y prefiere hablar del trabajo bien hecho “día a día”. Sazona la conversación con la naturalidad, la simpatía y la franqueza que han encandilado al público. Este es Pepe Rodríguez en su jugo.

Tiene éxito y fama. ¿Es usted feliz?

Soy igual de feliz que hace cinco años cuando no trabajaba en la tele. Intento ser feliz porque tengo todos los ingredientes para ello.

¿Y cuáles son esos ingredientes?

Que tengo tres hijos maravillosos, estoy felizmente casado, tengo salud y mi gente está bien. Ahora, además, me va bien en el trabajo, pero cuando me iba mal, pues he tenido muy malos momentos, también era feliz porque no lo baso todo en trabajar, ni me va la vida en ser famoso. La gente me ve por la tele, pero yo vivo en mi pueblo, Illescas, voy a mis cosas de toda la vida… He cambiado lo justo.

MasterChef se ha convertido en un fenómeno social. ¿Por qué triunfa?

Es como un plato: muchos ingredientes hacen un todo. Hay mucha gente implicada que quiere hacer un buen producto, que sabe hacer buena tele y que mima el programa. Y hay un poco de suerte: estar en el momento justo, a la hora exacta…

¿Tiene algo que ver que el programa transmita virtudes poco frecuentes hoy en la televisión?

No sé si mis jefas en la productora eran tan listas como para buscarlo, pero lo cierto es que el programa ensalza el sacrificio, el compañerismo, el trabajo, premia al bueno y al que se esfuerza, castiga al que lo hace mal… Al verlo, te preguntas: ¿por qué no se hacen más programas buenos, sanos, atractivos, que los pueda ver un señor de 80 años con su nieto sin ruborizarse, y que te enseñen cosas?

Empezó de camarero y hoy tiene dos Estrellas Michelin. ¿Cómo digiere el éxito para que no se le indigeste?

No me levanto todos los días pensando en qué premio ganar, sino en dar de comer muy bien a quien viene a mi casa. Y en hacerlo mejor cada día. Recojo los reconocimientos porque son para todo el equipo, pero me dura un minuto el ego de pensar que soy alto y guapo. Al minuto y medio sé que mi éxito es estar aquí, a gusto con mi gente, y querernos como somos. Y eso no es una meta, eso se trabaja día a día.

¿Por qué cambiaría sus Estrellas?

Por cualquier cosa que valiera la pena. Si mañana quiebra Michelin, ¿Qué hago? ¿No doy de comer? ¿Se me va la sonrisa? ¡Qué va! Aquí estamos para divertirnos y divertir a la gente, no para ganar premios.

¿Qué pasó en el instituto para que dejase de estudiar con 17 años?

En el colegio yo era muy buen estudiante, pero al llegar al instituto me perdí. Estaba todo el día jugando al baloncesto, faltaba a clase… Nunca había suspendido nada y en primero de BUP ¡suspendí cinco! Para mí fue un trauma, porque me vi perdedor. Fue una época muy mala.

¿Y cómo salió de ella?

Mi hermano y yo no éramos los estudiantes más avezados de la zona, así que cuando él estaba en COU y yo en 2.º de BUP, dejamos de estudiar y nos pusimos a trabajar en el restaurante. En mi casa no me orientaban, porque no sabían. Yo veo a mi mujer pendiente de mis hijos y es maravilloso, porque eso les permite vivir al margen del restaurante. Pero nuestra vida giraba en torno a la cocina, que es lo más jorobado del mundo, y mi casa era un caos. Feliz, pero un caos.

Dice que se perdió; sin embargo, empezó a compaginar el restaurante con ayudar a toxicómanos…

Eso fue después de un Cursillo de Cristiandad. Cuando salía con mis amigos por Illescas, muchas noches veía a don José Soriano, uno de esos maestros de la vieja escuela, que alternaba con yonquis. Me admiraba ver a ese hombre de 65 años ayudando a toxicómanos, así que tras hacer un Cursillo, me lo crucé un día y le dije que quería echarle una mano. Estuvimos años ayudando a jóvenes que estaban enganchados a todo, e hicimos cosas importantes para ellos.

Esa es una experiencia de las que marcan la vida. ¿Qué aprendió?

Don José tenía una fe muy grande, lo dejaba todo en manos de Dios. Decía: “El Señor nos ha metido en esto y Él nos sacará. Hay muchas cosas que hacer, así que no te pongas a filosofar. Ponte a lo que hay que hacer y confía en Él”. Eso es una escuela de vida.

¿Por qué le impactó tanto aquel Cursillo de Cristiandad?

Siempre he sido un cristiano de misa de 12 y vermú, pero un Cursillo es algo muy potente. En esos tres días me di cuenta de lo que significa ser cristiano y de quién es Dios.

¿Y quién es Dios para Pepe?

Es la fuerza, el motor de todo. El que te hace estar en lo bueno, en lo malo y en lo regular. No sé si a veces me quedo demasiado detrás y no explico que soy cristiano, pero es que no me veo dando explicaciones, sino demostrándolo en lo que hago.

¿Se sorprenden al verlo en misa?

En Illescas no. Solo cuando voy fuera. Llevo toda la vida yendo a misa y me reconozco dentro de la Iglesia.

Acostumbrado a comer bien, cuando comulga, ¿cómo le alimenta?

Como ninguna otra cosa. Comulgar es lo que más me alimenta. A veces hay gente que, después de comer, me dice: “Me has emocionado, casi levito”. Y yo pienso: “Este es tonto”. A mí me encanta comer y lo he hecho en los mejores restaurantes, pero nunca me he emocionado al comer. Y al comulgar, sí. El alimento espiritual no tiene comparación.

Aunque el carnal tiene mejor prensa.

Desde luego. A muchos cristianos, a mí el primero, nos cuesta decir que soy un poco más feliz por lo que creo. El mundo de la tele es Babel, y Sodoma y Gomorra, y a veces me cuesta mostrarme, así que prefiero actuar. En ciertos ambientes, si explicas las cosas no se entienden, pero el ejemplo la gente lo capta. No hay una única manera de evangelizar.

Su rutina implica muchas horas en el trabajo. ¿Cómo lo lleva su familia?

Mi familia es lo más bonito del mundo. Mi mujer se llama Mariví, y mis hijos, María (14 años), Jesús (12), y Manuela (8). La rutina es dura, pero hay que llevarla. Tengo que buscar muchos momentos e intento que la calidad compense la cantidad.

¿Se puede sostener su trabajo sin un matrimonio bien avenido?

Yo veo matrimonios que llevan una vida más llevadera, y que se separan. ¿Cuál es la clave? Nosotros nos entendemos y, además de la familia, hay un amor que nos une mucho.

¿Cómo cuida a Mariví?

De la forma más normal. Ella siempre dice que soy seco, y es verdad, porque me cuesta ser cariñoso. A mi hija María, por ejemplo, a veces le hablo demasiado duro y mi mujer me echa la bronca. Como padre, muchas veces no sé actuar y digo: “Dios mío, échame una mano porque hago lo mejor que sé, y no atino”.

¿Cómo llevan sus hijos la fama?

La mayor, mal, porque le ha pillado en esa edad en que los chavales le dicen “mira tu padre cómo come, lo que dice, lo que hace…”. Ella es una chica maravillosa, pero esos comentarios hacen que le cueste confiar en sí misma. El mediano a veces me lo critica y a veces le viene bien; y la pequeña, encantada porque cree que su padre es famoso y está feliz de decirles a sus compañeros que su padre va a ir al cole a hacerles una tarta.

¿Por qué se inspira en lo tradicional?

Está de moda lo exótico, pero me parece más atractivo ser local. Estoy hasta las narices del ceviche, del cordero con quinchi… que está muy rico, y con mis hijos voy a chino-japo-peruanos, pero no lo quiero para mi restaurante. Se pueden dar muchas vueltas a lo de siempre. España es un país gastronómico y maravilloso.

Tiene dos restaurantes y además viaja mucho. ¿Le cuesta delegar?

Mucho. Pero la tele me ha servido para mejorar porque antes casi no delegaba y ahora me he dado cuenta de que sin equipo, no soy nadie. Además, dar responsabilidades a los demás es buenísimo, porque así cogen protagonismo y crecen.

¿No teme que surja alguien de su equipo que le haga sombra?

Hay tantos mejores que yo que uno más no me iba a quitar el sueño (ríe). Cortar las alas a alguien que va a ser bueno es de cobardes, y en la vida estamos para superarnos y para ayudar a que los otros se superen.

¿Qué quiere decir para terminar esta entrevista?

Que en este mundo estamos de paso. Hay que esforzarse por hacer las cosas bien, pero todo se va a quedar aquí. Relativicemos lo mundano. Lo primero, la familia. Pero lo demás, la fábrica, la cocina, los estudios… relativicemos. Que los nietos quieran a los abuelos y los abuelos a los nietos. Que se quieran.

Cómo descubrir los trucos del algoritmo y comprar más barato

Carlos Manuel Sánchez


El laberinto sin salida del comercio ‘on-line’. El comercio on-line, al principio, copió al físico. Pero a comienzos de este siglo la cantidad de datos recogidos en los servidores de Internet empezó a ser gigantesca y permitía así a las empresas calibrar las infinitas oscilaciones de la curva y la demanda con gran precisión para, después, confeccionar precios 'a medida'. |ILUSTRACIÓN: MEKAKUSHI

Se acabaron los tiempos en los que todos pagábamos lo mismo por el mismo bien o servicio. La nueva generación de algoritmos de venta on-line está diseñada para obtener el máximo beneficio y hacer fluctuar los precios según el poder adquisitivo del cliente o su interés de compra. Descubre cómo funcionan... y, lo que es mejor, cómo ‘darles esquinazo’.

Imagina que te sientas en una terraza y ese día la cerveza es más cara porque hace más calor que ayer. Eso hacen, ni más ni menos, los algoritmos de fijación dinámica de precios que se han extendido en el comercio on-line: calcular en tiempo real cuánto pueden cobrar por un servicio o producto en función de la oferta y la demanda.

Ya lo intentó una marca de refrescos hace unos años en sus máquinas expendedoras, una iniciativa que entonces no prosperó ante las protestas de los consumidores. Hoy, esa práctica se ha generalizado en Internet. Pero no se queda ahí. Una nueva generación de algoritmos ya es capaz de personalizar los precios en función de lo que esté dispuesto a pagar cada cliente. Como si el camarero de la terraza te dijese: «Por ser tú, que hoy te veo sudoroso, te voy a cobrar un suplemento por la caña».

¿Cómo hemos llegado a esto? Con matemáticas y datos. La información es poder. Y el algoritmo sabe de cada cliente incluso de qué pie cojea. Nos tiene bien calados. Y lanza una apuesta: «Tú, por este artículo, pagarías como máximo este precio». Ahora hay tanta información de nosotros disponible que se puede afinar muchísimo: sexo, edad, lugar de residencia, nivel de estudios y de renta, aficiones, opiniones, historial de búsquedas y de visitas…

El algoritmo puede saber incluso el modelo del dispositivo de acceso (si es un móvil de gama alta, encarecerá el precio) y el nivel de la batería (si se está agotando, subirá su 'apuesta'). Ya no se trata de precios dinámicos que fluctúan de igual modo para todos, sino de precios adaptados a cada cual gracias al big data y la inteligencia artificial. ¿Recuerdas la famosa 'mano invisible' del filósofo Adam Smith? Es un acuerdo entre vendedor y comprador de tal manera que ambos salen (más o menos) ganando y la economía prospera. Bien, la mano que guía el mercado sigue siendo invisible, pero ahora, además, es automática y opaca.

El día que perdimos la inocencia

Hagamos memoria. El 3 de junio de 2017, tres terroristas recorrieron el puente de Londres en un coche a gran velocidad, atropellando a los viandantes, y acto seguido se bajaron del vehículo para apuñalar a los que se cruzaban en su camino. Muchos de los que paseaban por la calle, presintiendo el peligro, intentaron pedir un Uber y dirigirse a casa. Pero durante 43 minutos después de la primera llamada de emergencia el algoritmo de precios dinámicos de la compañía hizo que las tarifas en la zona del atentado se disparasen más de un 200 por ciento.

En días posteriores la opinión pública reaccionó con indignación, pero también hubo economistas que elogiaron el motor de precios de Uber: cuando aumentan las peticiones de un servicio, es lógico que se eleve el precio de este porque la disponibilidad de coches no es infinita. Es una manera muy eficaz de que la oferta y la demanda se armonicen. Se le puede reprochar al algoritmo su falta de consideración, pero no su eficacia desde el punto de vista económico.

Pero ese trágico día sucedió algo más: perdimos la inocencia. Mucha gente ni siquiera sabía que el precio del trayecto (y de otros muchos bienes y servicios que se ofrecen on-line) lo marcan algoritmos, es decir, conjuntos de instrucciones matemáticas que las compañías guardan en secreto. Y que, como resultado de sus misteriosas operaciones, los precios fluctúan, a veces de manera salvaje, en cuestión de días, horas e incluso minutos... 

Y no solo por la oferta y la demanda, sino por otros muchos parámetros que el algoritmo tiene en cuenta con vistas a cumplir el objetivo para el que ha sido diseñado: obtener el máximo beneficio. Fue entonces cuando empezamos a enterarnos de que los precios en Internet son dinámicos, algo a lo que no estábamos acostumbrados, pues los precios en las tiendas físicas son relativamente fijos. 

Y cuando cambian suele ser para nuestro provecho, por ejemplo, en temporada de rebajas. Mientras que en el comercio on-line, a pesar de sus black fridays y sus días sin IVA, los precios pueden subir o bajar en tiempo real como si fueran cotizaciones bursátiles.

Y cuando ya nos estábamos acostumbrando a los vaivenes impuestos por la fijación dinámica de precios, como llaman a esta práctica los expertos en marketing, hete aquí que llega una nueva familia de algoritmos, una mutación tan sofisticada que ya no solo es capaz de calcular el precio en función de la oferta y la demanda en un determinado momento, sino que le cobra a fulanito un precio diferente al que le cobra a menganito por el mismo producto o servicio. Hemos entrado en la era de los precios personalizados.

La inteligencia artificial entra en juego

¿Cómo funcionan estos algoritmos? Las aerolíneas, hoteles y plataformas de movilidad fueron los pioneros en la utilización de este tipo de herramientas. Pero ahora están en todas partes. Y han pasado de ser simples programas basados en reglas, esto es, diseñados por ingenieros de software (humanos, al fin y al cabo), a mejorar por sí mismos de manera continuada mediante el aprendizaje por refuerzo, un sistema de recompensas y castigos, de prueba y error, que inauguró una nueva era en la inteligencia artificial y en la que el ser humano queda al margen.

La fijación de precios es una parte fundamental de la historia de la economía y empieza con el regateo. Pero este tiene un inconveniente: ralentiza las compras. Otra manera de fijar precios de manera dinámica es la subasta. Pero es complicado. Si se le pregunta a la gente cómo prefiere que se distribuyan las escasas entradas para un concierto, si mediante una subasta o haciendo cola, la mayoría prefiere esta última opción.

Los precios fijos comenzaron en España en los años treinta, con la inauguración de los primeros grandes almacenes. Triunfaron porque nos infunden confianza. Y son iguales para todos, aunque no todos puedan pagar según qué artículos. El comercio on-line, al principio, copió al físico. 

Pero a comienzos de este siglo la cantidad de datos recogidos en los servidores de Internet empezó a ser gigantesca y permitía calibrar las oscilaciones de la curva y la demanda con gran precisión y, después, confeccionar precios 'a medida'. En algunos casos, esto se hace a través del código postal, la hora del día, la demanda o si el comprador ha realizado alguna búsqueda sobre ese producto antes. 

Hay buscadores de hoteles que ofrecen habitaciones más caras a los usuarios de Macintosh o iPhone. E incluso el orden de los resultados varía para que les aparezcan primero habitaciones más lujosas. En principio, esta personalización es legal siempre que no se discrimine en función de la raza, el sexo, la religión, la orientación sexual, la nacionalidad o la ideología.

¿Estos precios son justos? «Desde el punto de vista del análisis económico puro es difícil encontrarles una objeción. En un sistema de economía de mercado, las cosas valen lo que las partes quieren, y en estos casos a nadie lo obligan a adquirir al precio ofertado», considera Rodrigo Tena, notario y experto en derecho mercantil. No obstante, señala que un informe de la OCDE revela que casi el 90 por ciento de los consumidores se opone a ellos.

Que el bolsillo nos duele no es una expresión baladí. Investigaciones realizadas por neurocientíficos de Carnegie Mellon, Stanford y el MIT han demostrado que los centros del dolor del cerebro humano se activan cuando las personas ven un producto con un precio excesivo.

Y es que la percepción de los clientes también importa. Y mucho. «El volumen y la intensidad de los cambios de precios envían señales inequívocas a los compradores acerca de todo, desde los valores de una empresa hasta la calidad de sus ofertas. En el peor de los casos, los algoritmos convierten la ya delicada tarea de pedirles dinero en una experiencia que los aleja. Por eso, las empresas no pueden dejar la gestión de la tecnología de precios solo en manos de los científicos de datos», advierte Marco Bertini, profesor de marketing de Esade, en Harvard Business Review.

El consumidor todavía tiene algo que decir

Dejar que el algoritmo 'campe a sus anchas' puede dañar a la marca y la percepción que de ella tiene el consumidor. Por eso, algunas grandes empresas han decidido usarlos no solo para penalizar sino para premiar al consumidor. En 2020, cuenta Bertini, IKEA puso en marcha una novedosa iniciativa en Dubái. Permitió a los clientes pagar diferentes precios por los productos en función del tiempo que emplearon en llegar a la tienda. En caja, y después de mostrar una lectura del trayecto en Google Maps, se les hacía un descuento en función de los kilómetros recorridos.

En la misma línea incluye Bertini el caso de Root Insurance, una empresa de seguros de automóviles de Estados Unidos. La aseguradora ha apostado por hacer 'evidentes' las fluctuaciones de precios que marca el algoritmo. A diferencia de sus competidores, Root no segmenta los precios utilizando grandes grupos de riesgo generados a partir de datos demográficos. Lo que ha hecho es ofrecer a los conductores una aplicación para móviles que mide su comportamiento al volante. 

Estos datos se introducen en un algoritmo para calcular las puntuaciones de seguridad individuales. Luego, Root basa las primas de seguros en el desempeño de los conductores. Su comportamiento individual y monitorizado al segundo... Habrá a quien le resulte invasivo, pero habrá quien lo considere una forma 'justa' de pagar. Y este tipo de apps, lo mismo que la inteligencia de los cerebros automáticos que fijan los precios, no ha hecho más que comenzar su andadura, advierten los expertos.

¿La siguiente generación? Investigadores de la Universidad de Bolonia han descubierto que algoritmos de diferentes compañías ya se compinchan para elevar el precio de los artículos. «Aprenden a colaborar sin comunicarse entre sí y sin haber sido programados para la colusión. Y lo más preocupante es que no dejan ningún rastro de acción concertada», señalan los autores del estudio. Si te sirve de consuelo, no son imbatibles [lee lo de abajo]. No, al menos, de momento..

TOMA NOTA

CÓMO ‘REGATEAR’ CON EL ALGORITMO DE LOS PRECIOS


OCHO ACCIONES CLAVES PARA TU BOLSILLO


El precio de las cosas ya no solo depende de la oferta, la demanda, el margen de beneficio, las rebajas... Depende de lo que nosotros hagamos. Pero los algoritmos no son imbatibles. Te enseñamos cómo derrotarlos.

1.- 
Compra con gabardina de agente secreto: navega de incógnito

Cuanta más información tenga de nosotros, más poderoso será el algoritmo. Ponte la gabardina de agente secreto. Para empezar, navega de manera anónima. Puedes borrar las cookies (unos pequeños archivos que, como migas de galleta, dejan un rastro). También puedes eliminar la memoria caché y/o el historial de navegación mientras compras para evitar que el vendedor tenga un perfil detallado de tus hábitos. 

La contrapartida es que puedes perder información (claves de acceso, por ejemplo). Si no somos muy duchos con el ordenador o nos dan sudores fríos si debemos trastear la configuración del móvil, podemos salir del paso con el modo incógnito: los navegadores Chrome, Firefox, Edge y Safari permiten navegar en pestañas y ventanas privadas con un solo clic.

2.- Busca con el móvil, compra desde el ordenador

Tu dirección IP (que identifica la ubicación de tu conexión de ordenador) o el geolocalizador del móvil lo delatan. Un vuelo o una cama de hotel pueden tener un precio diferente en función del país, la ciudad o el barrio desde donde uno realice la reserva. Enterándose de tu código postal el algoritmo el algoritmo ya sabe el nivel de vida del vecindario. 

Y también apuesta a que si te conectas con un móvil de gama alta pagarás más que si lo haces desde un ordenador. Para no dar pistas, utiliza una VPN (red privada virtual) que enmascare tu dirección IP. También puedes realizar la búsqueda desde el teléfono o la tableta y, cuando sepas lo que vas a comprar, pasarte al ordenador.

3.- El algoritmo querrá ponerte nervioso. No lo permitas

Muchas aplicaciones de búsqueda de alojamiento utilizan tácticas de manipulación psicológica para meternos prisa. Mensajes alarmantes del tipo: «solo queda una habitación disponible en nuestra web», «hay otros 19 usuarios viendo el mismo apartamento ahora mismo», «tus fechas están muy solicitadas»..

Todo esto acompañado de una navegación confusa, plagada de ventanas emergentes y relojitos que refuerzan la sensación de agobio. No hagas caso. Están intentando explotar nuestro FOMO (miedo a perdernos algo), un rasgo de la psique humana que nos hace vulnerables y propensos a tomar decisiones apresuradas. Utiliza estas aplicaciones como referencia para saber el precio, pero luego busca el teléfono del hotel (en la app seguramente no lo vas a encontrar) y llama. Entre humanos tenemos más posibilidades de lograr un buen precio.

4.- Te pedirá compromiso y fidelidad, ¡niégate!

Los programas de lealtad, viajero frecuente, club de clientes... pueden ser interesantes, pero cuando estamos comprando no es el momento más oportuno para suscribirnos, pues le damos una ventaja al algoritmo para que calibre hasta dónde puede exprimir nuestro bolsillo. Si uno se muestra dispuesto a perder unos minutos preciosos rellenando un formulario, el algoritmo infiere que estamos tan interesados en el artículo en cuestión que pagaremos más por él que otro cliente que ha abandonado la página y, presumiblemente, se ha ido a buscar en otros lares.

5.- No te precipites, finge estar indeciso

El 68 por ciento de los carritos de compra on-line se abandonan antes de finalizar el pago y las plataformas compiten encarnizadamente entre ellas para que se complete la compra. Dejarla en suspenso a pocos clics del final muestra nuestra disposición a irnos a otro sitio y comparar. Será entonces el algoritmo el que 'sienta la presión' y no tú. Al cabo de unas horas te recordará que se te olvidó un artículo en la cesta y, pasados unos días, quizá te ofrezca un precio mejor.

6.- El día de la semana importa... y mucho

Para comprar un billete de avión, lo mejor es reservar con tres o más semanas de antelación. Los billetes tienden a subir de precio en ciclos semanales a medida que se acerca el vuelo. Esto significa que 21 días, 14 y 7 antes de la fecha de salida experimentarán sucesivos incrementos. 

El momento óptimo para comprar un billete es el martes a última hora o el miércoles a primera. Esto pasa porque la mayoría de los billetes de clase turista se sacan a la venta a principios de semana y los que no se venden en los primeros dos días bajan de precio, tocan suelo y comienzan a repuntar el jueves. La demanda (y el precio) tiende a ser mayor a principios de mes, cuando la gente suele cobrar. Es mejor reservar en la segunda quincena.

7.- Y también la hora, adelántate... o espera

La tasación dinámica de precios también afecta a los precios que marcan las plataformas de movilidad, como Uber o Cabify. En los momentos de alta demanda suben. Vale la pena esperar unos minutos o caminar un par de calles para alejarse de la zona caliente. Hay un 60 por ciento de posibilidades de que la subida de precios dure como máximo cinco minutos, a no ser que se trate de una hora punta o la del cierre de los bares. En las comidas a domicilio, pide cuando nadie lo hace, por la tarde y en las horas de menor afluencia.

8.- Forja alianzas con otros algoritmos

Si tu enemigo es poderoso, únete a él... Igual que nosotros estamos siendo rastreados, podemos servirnos de algoritmos que rastrean al vendedor. Existen herramientas a nuestra disposición para comparar precios y crear observatorios de sus fluctuaciones. Recibirás una notificación cuando el precio se abarate: Google Shopping, Idealo, Twenga, Kelkoo, Camelcamelcamel (para artículos de venta en Amazon) son algunas de las más utilizadas.

Nazir-Alí explica la debilidad del anglicanismo: cada país decide dogma y práctica por su cuenta

P.J G


Michael Mazir-Alí ha explicado en BBC Radio 4 algunos detalles de su paso al catolicismo.


Michael Nazir-Alí, antiguo obispo anglicano de Rochester, que esta semana anunció que se había hecho católico, comentó algo más sobre su decisión en una entrevista en BBC Radio 4 este sábado 16 de octubre.

En la entrevista le preguntaron si los datos del reciente estudio sobre abusos a menores en la Iglesia Católica en Francia no le hacían replantearse su opción por el catolicismo.

Nazir-Alí, que fue obispo anglicano de Rochester de 1994 a 2009 y ha trabajado durante muchos años en tareas de ecumenismo con otras iglesias, respondió que "la Iglesia Católica no es la única iglesia" con problemas de abusos.

Hay abusos en muchos sitios, no sólo en entornos católicos

"Ninguna iglesia es perfecta y ciertamente no voy a pretender que la Iglesia Católica sea perfecta. Pienso que es completamente correcto que el asunto de los abusos a menores se investigue y salga a la luz", añadió Nazir-Alí.

Dijo también que como obispo anglicano también supo de acusaciones de que ministros anglicanos abusaban de menores. "Esto ocurre en todas las iglesias y, de hecho, en muchos otras entidades públicas y en el hogar también".

Nazir-Alí también reveló que el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, Primado de la Comunión Anglicana, no intentó convencerle de mantenerse en la Iglesia anglicana. "Creo que respetó la decisión que hice, y lo agradezco", comentó el entrevistado.

En los últimos años, como obispo jubilado pero de gran prestigio y resonancia mediática, Nazir-Alí criticaba la deriva anti-tradición de la Iglesia de Inglaterra (anglicana) a la que acusaba de "subirse a todos los vagones de moda sobre política de identidad, corrección cultural y mea culpas sobre el pasado imperial británico", lo que cobraba una fuerza especial siendo él un pakistaní cuyo padre fue un musulmán chiita converso al cristianismo.

Pero en la entrevista en BBC Radio 4, y estando ya fuera del anglicanismo, fue más suave y simplemente dijo que la Iglesia anglicana necesita ser más clara "al enseñar sobre el matrimonio, la familia, la conciencia y la libertad".

Falta de unidad anglicana: cada grupo va por libre

Él, que ha trabajado muchos años en temas relacionados con las misiones en Asia y África, y también en temas de cristianos perseguidos, ha visto como el anglicanismo de EEUU, Canadá e Inglaterra pasaba a defender los actos homosexuales o el matrimonio del mismo sexo, mientras los anglicanos de África o Asia se horrorizaban.

Además, incluso entre las iglesias anglicanas africanas, en teoría más conservadoras, falta unidad doctrinal. Recientemente empezaron a ordenar obispesas en la Iglesia Anglicana de Kenia, para escándalo de muchas otras. Al final, falta unidad y autoridad: todo son juegos de presiones y poderes.

Rose Okeno fue ordenada el 12 de septiembre de 2021 como primera obispesa anglicana en Kenia; había un acuerdo de mantener una moratoria sin ordenad obispesas entre las iglesias anglicanas africanas... pero sin autoridad y magisterio, nada obligaba a cumplirlo

Sin llegar a explicar estos detalla, Nazir-Alí comentó el fondo: "falta [en el anglicanismo] la sensación de pertenecer a un cuerpo mundial, universal, donde las decisiones que afectan a todos las tomen todos, y no unilateralmente en una u otra parte de la iglesia".

Ahora, con 72 años y su conocimiento sobre el anglicanismo en Inglaterra y en misiones, y sobre el cristianismo perseguido en numerosos países, Nazir-Alí ya es católico, miembro del Ordinariato anglocatólico de Nuestra Señora de Walsingham, una red de católicos de tradición anglicana creada en 2011 por Benedicto XVI. Por el momento, para la Iglesia Católica es un laico más, pero en pocas semanas se espera que le ordenen diácono y luego sacerdote.

Como está casado, como sucede con otros ex-obispos anglicanos, no puede aspirar a ser ordenado obispo. El superior del Ordinariato, Keith Newton, otro ex-obispo anglicano casado, aunque como católico tiene permiso para llevar mitra, báculo, pectoral y título de monseñor, tampoco es obispo, y para ordenar sacerdotes en el ordinariato ha de recurrir a obispos que impongan las manos sobre ellos.

Otros obispos anglicanos que se han hecho católicos recientemente

Entre 2008 y 2012, al crear Benedicto XVI los ordinariatos anglocatólicos, 8 obispos anglicanos y episcopalianos (anglicanos de EEUU) se hicieron católicos. Otros fueron llegando después.

En mayo de 2021 fue recibido como católico en la catedral de Liverpool, John Goddard, de 73 años, casado, con dos hijos, que había sido obispo "volante" de Burnley del 2000 a 2014.

En septiembre dimitía tras 8 años como "obispo volante" de Ebbsfleet, Jonathan Goodall, de 60 años, casado con 2 hijos, también anunciando su voluntad de hacerse católico aunque sin concretar más datos.

Y en Navidad de 2019 se hacía católico Gavin Ashenden, antiguo capellán de la Reina de Inglaterra y predicador bastante mediático, después de pasar unos años como obispo de una pequeña comunidad de anglicanos tradicionalistas.

En Wikipedia hay una lista de 27 obispos anglicanos de EEUU, Inglaterra y Australia que se han hecho católicos, de los que 17 obispos lo han hecho en el siglo XXI. Habría que añadir al obispo anglicano de Yokohama , que también lo hizo y no sale en la lista.

Por el contrario, no se sabe de obispos católicos de décadas recientes que se hayan hecho anglicanos.

Una realidad en crecimiento

Un estudio en 2014 calculaba que unos 400 sacerdotes católicos en Gran Bretaña (un 10% del total) eran antiguos clérigos anglicanos, aunque sólo una minoría se integró en el ordinariato anglocatólico.

Pero hoy pueden ser más, ya que el Ordinariato ha ido creciendo y cuenta con más de 100 sacerdotes. Keith Newton lo explicaba en enero al cumplir 10 años esta organización: "Tenemos más de un centenar de sacerdotes, de los cuales 70 tienen menos de 75 años. Treinta de ellos trabajan a tiempo completo en las parroquias del Ordinariato. Y administramos unas veinticinco parroquias de la Iglesia católica en Gran Bretaña, lo cual nos permite tener influencia sobre las comunidades católicas locales", explica.

Algunos de estos conversos son capellanes en colegios, hospitales, etc, aunque la Iglesia Católica inglesa, minoritaria en el país y prácticamente prohibida hasta hace siglo y medio, no tiene tantos centros educativos o sanitarios como en otras naciones.

02 noviembre 2021

Peor imposible

José de Cora


No es cierto. Se puede empeorar y mucho. 

 Los éxitos económicos del socialcomunismo mundial se cuentan con los dedos de una oreja, pero aquí nos la estamos jugando por ver si el día de mañana vamos a ser muy muy pobres, o pobres a secas, porque naturalmente, de ser ricos nadie habla.

Es una obscenidad les dicen a los chavales por lo bajinis. Amancio Ortega es obsceno, nos repiten a los adultos. Lo que mola es ser pobre de solemnidad, hacer cola en los apagaderos del hambre y cantar loas al papá Estado que nos previene contra los males del capitalismo, con sus desigualdades y sus injusticias.

Mejor, todos iguales, como en la tumba. Allí, todos calvos; aquí, todos pelados.

Al populismo y asimilados se les ve el cartón craneal a las primeras de cambio y solo el miedo al qué dirán mantiene a la masa en silencio cómplice, abotargada y con sonrisa permanente de pájaro chorlito.

Claro, para lograrlo es imprescindible mantener viva la llama de la superioridad moral de la izquierda, una falacia como otra cualquiera, porque la única superioridad posible es precisamente la moral, sin apellidos.

En la lucha de hoy, a cuenta de los que llaman la reforma, el retoque, la modernización o el carajal laboral, ni siquiera interviene la derecha, salvo que concedamos ese papel a Europa, a los empresarios o a cuatro chalados que claman en el desierto en pos de la sensatez.

Pues no. La lucha la lleva una izquierda contra la otra, que para más inri están coaligadas en el gobierno, sus líderes hablan un castellano de jerigonza y se consideran autoridades y autoridadas.

Aún así hay sitios que están peor que otros. Si tienes prisa por irte pronto a hacer puñetas, nada tan oportuno como tener en la alcaldía a Ada Colau, como líder a Otegi o de presidenta esa balear que acaba como un grito futbolístico. Esos son mano de santo.

Tres buenas noticias

P. Santiago Martín FM


No faltan motivos de preocupación, en la Iglesia y en el mundo, pero esta semana quiero fijarme en dos cosas que han ido bien y en una tercera que la Iglesia ha hecho bien, aunque le esté creando problemas.

La primera ha sido la derrota en el parlamento italiano de la ley que obligaba, entre otras cosas, al adoctrinamiento en la ideología de género en los colegios y que consideraba delincuentes a los que se opusieran a la misma. 

La llamada “Ley Zan”, por el hombre de su autor, ha sido derrotada en el Senado italiano. Cabe recordar que el Vaticano se empleó a fondo contra esta ley, llegando a advertir que su aprobación violaría el Concordato entre Italia y la Santa Sede. Aunque todo parecía indicar que la ley sería aprobada, al llevarse a cabo la votación de manera anónima, no consiguió los votos necesarios.

La segunda buena noticia viene de Argentina. Hace unos meses, en la diócesis de Venado Tuerto, Cáritas, se supone que, con permiso del obispo, publicó una oración blasfema que comparaba a la Santísima Virgen María con la pacha mama. Ante las protestas sólo se les ocurrió decir que lo habían hecho para estar en sintonía con el Papa Francisco, con lo cual atribuían al Pontífice la autoría indirecta de la felonía. 

Escribí entonces contra esta abominación y me gané más de un insulto por ello. Pues bien, esta semana se le ha aceptado la renuncia al obispo de esa diócesis tan solo cinco días después de haberla presentado. Me hubiera gustado que le hubieran destituido de forma inmediata, pero ya es algo que no le hayan dejado seguir en el cargo en cuanto ha cumplido la edad de jubilación. 

Dios quiera que sirva como lección a los aduladores que, pretendiendo ganarse los favores de su señor, terminan por hacer daño al que pretenden honrar. También debe servir como advertencia de que a la Virgen no se la toca, pues somos muchos los que estamos dispuestos a dar la vida, si es necesario, para defenderla. Esta Madre tiene hijos y eso deben saberlo los que con tanta facilidad la insultan.

La tercera noticia viene de Bolivia. Una niña de once años está embarazada como fruto de una violación por un familiar. Los padres de la menor y la propia niña han decidido no abortar, a pesar de la enorme presión para que lo haga. La Iglesia apoya a la familia y defiende que nadie puede ser obligado a abortar, como pretende el Gobierno. 

Los ataques a la Iglesia están siendo feroces e incluso la “defensora del pueblo” ha anunciado una querella simplemente por el apoyo que la Iglesia da a la niña y a sus padres para que pueda llevar hasta el final su embarazo, como es su deseo. Es todo absurdo: la niña violada quiere tener a su hijo, el Gobierno quiere que lo mate y la Iglesia es presentada como culpable por dar a la víctima de la violación el apoyo que necesita. 

Los ataques e insultos no se dirigen contra el violador, sino contra la organización que quiere ayudar a la niña violada y que se ha ofrecido incluso a hacerse cargo de la criatura, que es tan inocente como la madre. El odio de los abortistas a la vida y a los que la defienden llega a la paranoia y se demuestra en un caso como éste. La Iglesia en Bolivia está actuando muy bien y merece todo nuestro apoyo. Recemos por ellos, especialmente por la niña y por su hijo.

Y puestos a pedir oraciones, hago mío el deseo de los católicos cubanos para que vuelva la libertad a su pueblo. La presencia de un numeroso grupo que se manifestó lo más cerca del Vaticano que le permitieron llegar, ha servido para que el mundo sepa que la sangrienta dictadura cubana sigue existiendo y que son muchos los que, movidos por la fe, están luchando contra ella. Cuba tiene católicos que no se rinden y Nicaragua y Venezuela tienen, además, obispos que no están dispuestos a callar ante la dictadura. Unos y otros son un orgullo para la Iglesia. Recemos por ellos.

Latín y Griego son humanidades

Ricardo Ruíz de la Serna


Hace pocos días se divulgó el contenido del Decreto de Enseñanzas Mínimas que ha de desarrollar la Ley Orgánica 3/2020 de 29 de diciembre, que modifica a su vez la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación. El galimatías normativo en materia educativa nos daría para otra columna, pero yo estoy aquí para alertarles de un peligro.

Sobre las materias clásicas en Secundaria y Bachillerato -Cultura Clásica, Latín de 4º de la ESO y Latín y Griego en Bachillerato- se cierne una amenaza formidable. Ninguna de esas asignaturas se considera obligatoria en el texto del decreto. 

Corren el riesgo, no de ser suprimidas -eso les daría, al menos, la dignidad de caer gritando su nombre-, sino de quedar diluidas, mezcladas, confundidas en el marasmo de las asignaturas optativas y condicionadas a un número mínimo de alumnos. Sometidas al capricho, la apetencia y el gusto de los alumnos, es improbable que haya unos pocos que, como los náufragos de la Eneida, aparezcan nadando en el gran remolino para aferrarse a la tabla de salvación de las humanidades clásicas.

No bastaba, sin embargo, disolverlas. Era necesario, además, estrangularlas.

El llamado Bachillerato General competirá con el de Humanidades hasta hacerlo residual o eliminarlo. Ya lo vimos, en el nivel universitario, con carreras como la Filología Románica o la Bíblica Trilingüe. Primero se impone el estigma de “no tener salidas” -ya hablaremos de estas consignas otros día- de modo que no lleguen alumnos. Después, se lamenta el cierre o la desaparición porque “hay que educar para el empleo” como si la cultura de Grecia y Roma, la filosofía, la historia y las lenguas clásicas no formasen el espíritu y la inteligencia.

Pero no se trata sólo de eso. Aunque las humanidades clásicas no sirviesen para producir bienes y servicios en una economía del mercado, sí sirven para formar hombres libres -hombres y mujeres, ya se entiende- y eso es mucho, muchísimo más importante que adquirir determinadas habilidades que, por útiles que sean, caducarán tan rápido como cambie la tecnología.

Las humanidades forman a la persona. Enseñan la disciplina que impone la traducción del griego y el latín. Adiestran en la capacidad de discurrir más allá de lo evidente. Andrea Marcolongo invita en “La lengua de los dioses” (Taurus, 2017), a pensar como un griego. 

Detrás del aoristo, que tantos pesares causa, hay toda una concepción de la acción en el tiempo. Bajo los misterios de las perifrásticas y los participios latinos –“morituri”, “amatulus”, “educandos”- late un universo de matices que prepararán al estudiante para adentrarse no sólo en otras lenguas, sino en las complejidades de la comunicación. 

Quien trate de aprender ruso o alemán agradecerá haber cultivado la amistad de Jenofonte y César. Sin embargo, me resisto a caer en el argumento manido de la “utilidad” (indiscutible, por otra parte) de las humanidades. Ellas forman la inteligencia y la virtud y, sin virtud ni inteligencia, es imposible construir nada duradero ni valioso.

Desde los griegos, los romanos de Occidente y de Oriente -todos somos, por cierto, bizantinos- y toda la civilización del occidente medieval, nuestro modo de vida brota del mundo clásico y del cristianismo. En su “Oratio ad adolescentes”, que Ciudad Nueva publicó en 2011 con el título “A los jóvenes”, Basilio de Cesarea enseña cómo la literatura griega nos dispone para recibir y comprender la fe cristiana. Catulo indica que la medida del amor es perder la cuenta de los besos sin reparar en lo que digan los demás. Las cóncavas naves nos desvelan el misterio del mar: no sólo es una barrera. También puede ser un puente y un camino.

La plataforma Escuela con Clásicos ha convocado “una concentración de rechazo y protesta por esta legislación” para el próximo sábado 6 de noviembre de 12:00 a 14:00 en la calle Alcalá 34 de Madrid, sede del Ministerio de Educación. Firman la convocatoria las principales sociedades de estudios humanísticos de España; entre ellas, la Sociedad Española de Estudios Clásicos, y la Sociedad Española de Bizantinística.

Si pueden ir, no falten.

Basura tránsfoba

Juan Manuel de Prada


La nutrida manifestación feminista del 23 de octubre en Madrid evidenció la ruptura entre ese movimiento y la ideología de género que impone el Gobierno español, y en particular su Ministerio de Igualdad. «Ser mujer no es un sentimiento» fue uno de los lemas más coreados en una marcha a favor de la identidad biológica de la mujer y contra los vientres de alquiler, la prostitución y la pornografía.

Un conocido prohombre o prehombre de la izquierda caniche ha llamado «basura tránsfoba» a las feministas que se manifestaron el otro día contra las leyes aberrantes promovidas por el sedicente Ministerio de Igualdad. 

En su desaforado empeño por atender las consignas plutocráticas que postulan la disolución antropológica para lograr la desactivación de cualquier resistencia política, estos prehombres de la izquierda caniche no tienen empacho en estigmatizar a las mujeres que hasta ayer mismo les confiaron su voto. 

Están tan desesperados que han decidido morir matando; y mientras obedecen las consignas plutocráticas azuzan contra las feministas el odio irracional de la peor chusma, para que las amenacen y acosen en las calles y en las redes, para que las vilipendien y agredan. Aunque son lacayos de la plutocracia (o tal vez por ello), estos prehombres de la izquierda caniche siguen empleando las más repugnantes técnicas chequistas de señalamiento y demonización del disidente.

Hasta ayer mismo, estas feministas hoy calumniadas fueron halagadas por los prehombres de la izquierda caniche, que pensaron que podían utilizarlas para crear la división en los pueblos que la plutocracia requiere para ejecutar su agenda. Y seguirían siendo halagadas si se hubiesen conformado con disfrutar de las subvenciones y bicocas varias que se reparten desde el poder (como hacen, por cierto, otras feministas aprovechateguis). 

Pero esas mujeres decidieron renunciar al aplauso sistémico, rechazaron las golosinas con que la izquierda caniche pretendía engatusarlas, arrostraron el desprestigio y las acusaciones más delirantes (pienso en viejas luchadoras como Lidia Falcón, pero también en jóvenes como Paula Fraga, que han cambiado heroicamente un camino de rosas por un camino de abrojos) porque no estaban dispuestas a comulgar con dislates como la llamada «autodeterminación de género», porque no estaban dispuestas a negar la realidad biológica ni a humillar su racionalidad.

Con estas mujeres podemos mantener, desde luego, muchas discrepancias. Pero quienes son capaces de renunciar a las bendiciones sistémicas y afrontar sus anatemas y difamaciones, por mantenerse fieles a un puñado de elementales verdades antropológicas que hoy se han convertido en un tabú, merecen nuestro reconocimiento. 

Mientras la izquierda caniche defiende el transgenerismo y llama «trabajadoras sexuales» a las víctimas de los proxenetas, mientras favorece la pornografía o la explotación reproductiva de las mujeres, mientras aplaude la corrupción de menores y su sometimiento a terapias dañinas, mientras normaliza las parafilias masculinas más abyectas y misóginas mediante la coartada del ‘genero fluido’, estas mujeres están manteniendo encendida la llama de la cordura y la dignidad humana. 

Nos están recordando que ser mujer no es un ‘sentimiento’, ni siquiera una ‘identidad’, sino una realidad biológica. No son ‘basura tránsfoba’, sino una heroica llama de luz que exorciza las tinieblas.

Publicado en ABC.

La Cumbre del Terror

Cristina Losada


En lo que llevamos del siglo XXI estamos asistiendo al despliegue de todo el atractivo de la profecía apocalíptica.

El verdadero terror no estaba en las fiestas de Halloween, celebración que hemos importado para que se disfracen los niños de todas las edades, sino en Glasgow, en la Cumbre del Clima de la ONU. 

Su secretario general, António Guterres, nos dijo que estamos cavando nuestra propia tumba y, al tiempo, que hay que dejar de tratar a la naturaleza como a un retrete, acusación algo sucia por la generalización con la que se hizo y por el propio símil. Y el anfitrión Boris Johnson, liberado de las ataduras que le impone la política doméstica, en un escenario que pide discursos tremendistas, se dio el gusto de hacerlos y de mostrar complicidad con la niña de El Exorcista sueca. La contraseña fue el "blablabla", protagonista de una reciente arenga viral, y terrorífica, de Greta Thunberg.

El cambio climático. El calentamiento global. El efecto invernadero. Todos esos términos, y los problemas que señalan tienen ya muchos años de carrera, y posiblemente nadie que no sea un especialista los puede discutir a fondo. Pero la cuestión que se puede discutir es la política que los ha acompañado, marcada por dos grandes rasgos: la difusión del miedo al cambio climático y la no difusión de los costes que supone intentar revertirlo. Los dos funcionan de forma complementaria, y no pueden existir el uno sin el otro. El terror al fin del mundo no se extendería tan libremente como se ha extendido si tuviera, como constante contrapunto, la información de los efectos secundarios de las actuaciones que suelen proponerse para evitarlo.

El doble juego de la información y la desinformación ha tenido éxito. Encuestas globales recientes de la ONU y la UE certifican que amplísimas mayorías creen que es la emergencia número uno del mundo y avalan que se tomen prácticamente todas las medidas que se sugieren. Lo mismo ocurría hace dos décadas, a pesar de que el cambio climático sólo estaba en la agenda en un puñado de países. Pero ya era perceptible entonces que el problema tenía el potencial de capturar la imaginación del público.

Se tiende a pensar que las profecías del fin del mundo son historias del pasado remoto, felizmente superadas en un mundo más instruido, pero no deberíamos mirar por encima del hombro a aquellas gentes de épocas menos afortunadas que cada tanto creían muy seriamente que el mundo se iba a acabar en una fecha determinada. En lo que llevamos del siglo XXI estamos asistiendo al despliegue de todo el atractivo de la profecía apocalíptica. Y somos tan receptivos y sensibles a su poder de seducción como lo fueron esos antepasados a los que tenemos por ignorantes.

¿Francisco legislador supremo? No, sepulturero del Derecho

Sandro Magister


El 10 de octubre Francisco puso en marcha un gigantesco sínodo sobre la sinodalidad, como para dar por primera vez la palabra a todo el pueblo de Dios. 

Sin embargo, inmediatamente hizo saber -por boca del secretario general del sínodo, el cardenal Mario Grech– que una vez redactado el documento final no se ha dicho que se deba votarlo. Al recuento de votos sólo se recurrirá en casos extremos, “como instancia última e indeseada”. En todo caso, para luego entregar el documento al Papa, que hará lo que quiera con él.

Que esta praxis del partido leninista sea la sinodalidad anhelada por Jorge Mario Bergoglio no es una sorpresa, dado el absolutismo monárquico desenfrenado con el que gobierna la Iglesia, sin comparación con los Papas que le precedieron.

Hasta ahora hay al menos dos pruebas contundentes de este absolutismo. La primera es conocida, la segunda menos.

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La prueba conocida está dada por el modo en que Francisco pilotó los tres sínodos anteriores y, en particular, el de la familia, según reveló cándidamente el secretario especial de esa asamblea, el arzobispo Bruno Forte, al final de esa asamblea.

Era el 2 de mayo de 2016 y Forte, hablando en el teatro de la ciudad de Vasto, informó la respuesta que Francisco le había dado en la víspera del sínodo, a su pregunta sobre cómo había que proceder sobre el tema candente de la Comunión a las parejas ilegítimas:

“Si hablamos explícitamente de comunión a los divorciados vueltos a casar, ¡no sabes la que nos montarían éstos [es decir, los cardenales y obispos contrarios – ndr]! Así que no hablemos de manera directa, tu procura que figuren las premisas, luego ya sacaré yo las conclusiones”.

Después de lo cual Forte comentó, entre las sonrisas del auditorio: “Típico de un jesuita”.

Lo pagó caro. Ese docto arzobispo, que hasta entonces había estado entre los predilectos del papa Francisco e iba camino de una fulgurante coronación de su carrera, a partir de ese día cayó en desgracia. El Papa le puso una cruz. No lo volvió a llamar a su lado, no le confió ningún puesto de confianza, ni como consejero ni como ejecutor, lo eliminó como su teólogo de confianza, tuvo cuidado de no nombrarlo prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, ni presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, y mucho menos, él que es napolitano de nacimiento, obispo de Nápoles y cardenal.

Y esto sólo por haber dicho la pura verdad, como se reconstruyó con mayores detalles en esta publicación de Settimo Cielo:

> Falsa sinodalidad. El único que manda es Francisco, a su modo

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La otra prueba, la menos conocida pero no menos grave, del absolutismo monárquico con el que Francisco gobierna el mundo católico, viene dada por la anormal cantidad de leyes, decretos, ordenanzas, instrucciones, rescriptos emitidos por él sobre los temas más dispares. Anormal no sólo por el número de medidas -que en pocos años han llegado a muchas decenas- sino más aún por la forma en que está reduciendo a escombros la arquitectura jurídica de la Iglesia.

Una revisión razonada de la babel jurídica creada por el papa Francisco se encuentra en un reciente volumen muy documentado, con un impresionante aparato de notas, de Geraldina Boni, profesora de Derecho Canónico y Eclesiástico en la Universidad de Bolonia, un volumen (disponible gratuitamente en la web) que ya en su título expresa un juicio severo: “La reciente actividad normativa de la Iglesia: ¿’finis terrae’ para el ‘ius canonicum’?”.

La profesora Boni, ya conocida por los lectores de Settimo Cielo, no pertenece al bando contrario, ni mucho menos. Fue nombrada en 2011 por Benedicto XVI como consultora del Pontificio Consejo para los Textos Legislativos y “elaboró este volumen paso a paso a través de una continua consulta con el profesor Giuseppe Dalla Torre”, distinguido jurista y fiel a la Iglesia, su maestro y predecesor en la Universidad de Bolonia, así como presidente desde 1997 hasta 2019 del tribunal del Estado de la Ciudad del Vaticano, y que falleciera prematuramente el 3 de diciembre de 2020 por complicaciones del Covid.

Al hojear las páginas de este libro, la imagen que surge es de devastación.

El primer golpe está dado por la marginación casi total del Pontificio Consejo para los Textos Legislativos de las tareas que le competen, en primer lugar, la de “asistir al Sumo Pontífice como supremo legislador”.

Con el Papa Francisco, el Pontificio Consejo, que según sus estatutos tiene la tarea de elaborar y controlar toda la nueva legislación vaticana y está formado por clérigos de probada competencia canónica, no cuenta prácticamente para nada y se entera de cada nueva normativa como cualquier otro mortal, a posteriori.

Los textos de cada nueva norma son redactados por comisiones efímeras creadas cada vez ad hoc por el Papa, de las que casi nunca se conocen los miembros, y a veces, cuando se filtra algún nombre, resulta que es mediocre o que no tiene ninguna formación jurídica.

El resultado es que cada nueva norma, mayor o menor, provoca casi siempre una confusión en su interpretación y aplicación, que con frecuencia da origen a una posterior y desordenada secuencia de modificaciones y correcciones, que a su vez generan más confusión.

Uno de los casos más emblemáticos es el de la carta apostólica en forma de motu proprio “Mitis iudex dominus Iesus”, con el que Francisco quiso facilitar los procesos de nulidad de los matrimonios.

Una primera rareza es la fecha del motu proprio, publicado por sorpresa el 15 de agosto de 2015, en el intervalo entre la primera y la segunda sesión del Sínodo sobre la Familia, como para iniciar deliberadamente una práctica casi generalizada de declaraciones de nulidad, independientemente de lo que el sínodo habría podido decir al respecto.

Un segundo elemento negativo es el elevado número de errores materiales en las versiones del motu proprio en lenguas vernáculas, a falta del texto básico en latín “disponible incluso seis meses después de la entrada en vigor de la ley”.

Pero el desastre fue sobre todo de fondo. “Junto al pánico inicial de los operadores de los tribunales eclesiásticos”, escribe el profesor Boni, “se ha extendido una confusión verdaderamente vergonzosa. Actos normativos con ‘adendas’ y ‘correcciones’ de equívoco valor jurídico, procedentes de diversos dicasterios romanos -incluso circulando clandestinamente- y algunos también rastreables hasta el propio Sumo Pontífice, así como otros producidas por organismos atípicos creados para la ocasión, se han entremezclado con el resultado de agudizar posteriormente la situación ya de por sí caótica. […] Una mezcolanza en la que incluso los tribunales apostólicos se han ‘reciclado’ como autores de normas a veces cuestionables, y los organismos con sede en Roma a unas decenas de metros han impartido instrucciones discordantes entre sí”.

El resultado ha sido un bosque de interpretaciones y sentencias discordantes, “en perjuicio de los desafortunados ‘cristifideles’, que al menos tienen derecho a un juicio justo igual”. Con el desastroso efecto de que “lo que se sacrifica es la consecución de una auténtica certeza por parte del juez sobre la verdad del matrimonio, socavando así esa doctrina de la indisolubilidad del vínculo sagrado, de la que la Iglesia, encabezada por el sucesor de Pedro, es depositaria”.

Otro bulto desordenado de normas tuvo que ver con la lucha contra los abusos sexuales, que, al ceder a una “presión mediática verdaderamente obsesiva” acabó sacrificando “derechos inalienables como el respeto a las piedras angulares de la legalidad penal, la irretroactividad del derecho penal, la presunción de inocencia y el derecho de defensa, así como el derecho a un juicio justo”

La profesora Boni cita en su apoyo a otro canonista importante, monseñor Giuseppe Sciacca, secretario del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica, el Tribunal Supremo del Vaticano, quién también denunció que se cediera en este asunto a “una justicia sumaria”, cuando no a “tribunales especiales de hecho, con todas las consecuencias, los ecos siniestros y los tristes recuerdos que ello conlleva”.

Se trata de un desorden normativo que amenaza también con socavar los pilares de la fe católica, por ejemplo, cuando obliga a denunciar ante las autoridades del Estado determinados delitos contra el sexto mandamiento. Mal formulada y mal interpretada, esta obligación parece difícilmente conciliable “con las obligaciones de secreto a las que están sujetos los clérigos, algunas de las cuales -y no sólo las que se remontan al secreto sacramental- son absolutamente inquebrantables”. 

Y esto “en un momento histórico particular, en el que la confidencialidad de las confidencias a los sacerdotes está ferozmente asediada en varios sistemas seculares, en violación de la libertad religiosa”. Los casos de Australia, Chile, Bélgica, Alemania y, más recientemente, Francia son prueba de ello.

El libro examina y critica a fondo otros numerosos actos normativos producidos por el actual pontificado, desde la reforma en curso de la Curia Romana hasta las nuevas reglas impuestas a los monasterios femeninos o a las traducciones de los libros litúrgicos. 

En particular, denuncia el recurso muy frecuente de uno u otro dicasterio de la curia vaticana a la “aprobación en forma específica” del Papa de cada nueva norma emitida por el mismo dicasterio. Esta cláusula, que excluye cualquier posibilidad de recurso, se ha utilizado en el pasado “muy raramente, y para casos marcados por la máxima gravedad y urgencia”. Mientras que ahora goza de un uso generalizado, “induciendo una apariencia de arbitrariedad infundada y poniendo en peligro los derechos fundamentales de los fieles”.

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En definitiva, el libro merece que sea leído y meditado, como ha hecho recientemente en cuatro páginas densas, publicadas en Il Regno Paolo Cavana, profesor de derecho canónico y eclesiástico en la Universidad Libre de Maria Santissima Assunta de Roma y también discípulo de Giuseppe Dalla Torre, quien fue rector de esta universidad.

Hay que tener en cuenta que ‘Il Regno’ es la más noble de las revistas católicas progresistas que se publican en Italia, y no es sospechosa de ninguna aversión al papa Francisco.

Sin embargo, esto es lo que escribe Cavana al final de su reseña del volumen de la profesora Boni:

Hay que preguntarse cuáles son las razones profundas de tal derivación, que parece totalmente inusual en la Iglesia católica, que siempre ha conocido tendencias antijurídicas en su seno, pero no a nivel del legislador supremo”, es decir, del Papa. “En la producción legislativa de este pontificado, el Derecho tiende a ser percibido prevalentemente como un factor organizativo y disciplinario, es decir, como una sanción, y siempre en una función instrumental con respecto a determinadas opciones de gobierno, no también como un instrumento fundamental de garantía de los derechos (y de la observancia de los deberes) de los fieles”.

El absolutismo monárquico que marca el pontificado de Francisco no podría estar mejor definido, a pesar del aluvión de palabras sobre la sinodalidad.