02 noviembre 2021

Peor imposible

José de Cora


No es cierto. Se puede empeorar y mucho. 

 Los éxitos económicos del socialcomunismo mundial se cuentan con los dedos de una oreja, pero aquí nos la estamos jugando por ver si el día de mañana vamos a ser muy muy pobres, o pobres a secas, porque naturalmente, de ser ricos nadie habla.

Es una obscenidad les dicen a los chavales por lo bajinis. Amancio Ortega es obsceno, nos repiten a los adultos. Lo que mola es ser pobre de solemnidad, hacer cola en los apagaderos del hambre y cantar loas al papá Estado que nos previene contra los males del capitalismo, con sus desigualdades y sus injusticias.

Mejor, todos iguales, como en la tumba. Allí, todos calvos; aquí, todos pelados.

Al populismo y asimilados se les ve el cartón craneal a las primeras de cambio y solo el miedo al qué dirán mantiene a la masa en silencio cómplice, abotargada y con sonrisa permanente de pájaro chorlito.

Claro, para lograrlo es imprescindible mantener viva la llama de la superioridad moral de la izquierda, una falacia como otra cualquiera, porque la única superioridad posible es precisamente la moral, sin apellidos.

En la lucha de hoy, a cuenta de los que llaman la reforma, el retoque, la modernización o el carajal laboral, ni siquiera interviene la derecha, salvo que concedamos ese papel a Europa, a los empresarios o a cuatro chalados que claman en el desierto en pos de la sensatez.

Pues no. La lucha la lleva una izquierda contra la otra, que para más inri están coaligadas en el gobierno, sus líderes hablan un castellano de jerigonza y se consideran autoridades y autoridadas.

Aún así hay sitios que están peor que otros. Si tienes prisa por irte pronto a hacer puñetas, nada tan oportuno como tener en la alcaldía a Ada Colau, como líder a Otegi o de presidenta esa balear que acaba como un grito futbolístico. Esos son mano de santo.