03 noviembre 2021

La ‘royal-influencer’ del gobierno de «coalición»

Alba Vila

A vueltas con la reforma laboral, el nombre de Yolanda Díaz está en boca de todos.

Dicen en el minigobierno morado que el PSOE está nervioso por su popularidad y que por eso necesitan tutelar las conversaciones en torno a la derogación de la medida popular. 

Una autoridad que Pedro Sánchez ha decidido ceder a Nadia Calviño, dejando una vez más que dos de sus miembros (¿o debería decir miembras? por lo de autoridadas, digo) eternamente enfrentados vuelvan a bajarse al barro.

Como aquella popular de una mala serie para adolescentes, Yolanda Díaz se gusta cuando se erige a sí misma como la más luchadora, la más feminista, la más transparente y la mejor defensora del pueblo. Se gusta tanto como el presidente del Gobierno ante un espejo, y ya es mucho hablar. Otra cosa que tienen en común es el empeño con el que dicen eso de continuar trabajando para “defender la vida de la gente” o “no dejar a nadie atrás”.

En fin, que Sánchez ha preferido lanzar a los leones a su vicepresidente económica para él ya plantarle cara a la ministra en puertas de la campaña electoral para cuando ya le de más que un simple dolor de cabeza o un poco de insomnio. 

Porque para entonces Irene Montero o Ione Belarra serán simplemente un “lo que pudo ser y no fue”, completamente obnubiladas por los medios de comunicación que ya tienen a su musa, o por lo menos la intentan elevar a tal cosa. Y no sólo en el sentido figurado, también en el literal, ¿o es que nadie ha visto a Yolanda Díaz posando como una verdadera ‘royal-influencer’ en un glamouroso sofá de terciopelo?

Desde su propaganda comunista de salón, la empoderada no ha olvidado sus evidentes nexos con el sindicalismo por mucho que esto quede escondido entre sus altos zapatos de tacón, sus labios rojos o sus elegantes estilismos. 

Su figura cotiza al alza a pesar de su incompetencia técnica y la alaban hasta fuera de España pero si le preguntamos a esa gente a la que tanto dice defender: ¿saben cuáles son sus verdaderos anhelos? ¿le ponen cara tan siquiera?