23 noviembre 2021

Haz lo correcto

José de Cora


Ahora te digo qué es. 

Reniego de la corrección política como de la peste. Me harta, repugna y exaspera. Es más, si pudiera acabar con ella dándole un planchazo en la cabeza, lo haría.

Muchos de los que la practican ignoran su verdadero sentido y significado, cual es una operación de censura colectiva a beneficio del pensamiento único, el multiculturalismo y la madre que los parió.

Llevado a sus últimos extremos, lo políticamente correcto significa que todos los escritores, columnistas, tertulianos, filósofos, influencieros y comunicadores afines deberían defender lo mismo, callarse lo mismo y maquillar su visión de la sociedad con los mismos colores. Verbigracia, con uno que existiese íbamos sobrados.

Hay que hablar bien de la okupación y mal del chuletón. Mal de España y bien de sus trocitos. El bable es cojonudo y el castellano una birria.

La memoria histórica es uno de sus instrumentos más poderosos. Las cunetas y los paseos son patrimonio de la derecha; las sacas, los escuadrones del amanecer y los trenes de la muerte nunca existieron.

Acaban de meter en nómina a los antiabortistas. Como te pronuncies en contra te llevan a picar lava en La Palma. Todos abortistas, unidos en el afán. Abortistas y eutanásicos. Es decir, unas raciones de muerte como panes como solución vital. Pues menudo planazo.

Nos ahogan, o lo intentan, por todos lados. La censura es máxima cuando se trata de identificar la nacionalidad de los autores de los delitos. ¡Qué barbaridad! ¡Qué racismo!, dicen. Lo del lenguaje inclusivo es para nota. En todos los ámbitos se filtra como marabunta imparable la censura de lo correcto y hay amantes de la libertad que aplauden la dictadura como aquellos alemanes que saludaron a Hitler pensando que era su salvación.