23 noviembre 2021

Vivir y comulgar en gracia

P. Santiago Martín FM


Los obispos de Estados Unidos, casi por unanimidad -222 votos a favor, 8 en contra y cuatro abstenciones- han aprobado el esperado documento sobre la Eucaristía. 

La decisión de abordar este tema se tomó, sobre todo, por la polémica suscitada por la comunión de políticos del Partido Demócrata que eran abiertamente favorables al aborto. 

Entre ellos, pero no sólo, el mismísimo presidente del país, Joe Biden. Aunque la mayoría del Episcopado siempre estuvo a favor de aclarar las cosas, eran muchos los que pedían que se dejara su resolución a la iniciativa de los obispos individuales. Ahora, por fin, se ha publicado el documento y el resultado de la votación ha sido sorprendente, con la práctica totalidad de los obispos a favor del mismo.

Este resultado nos dice, ya para empezar, que se trata de un documento de consenso. Si un número importante, aunque minoritario, estaba en contra de que se hablara de las condiciones para recibir la comunión y ahora prácticamente todos han aprobado el texto, eso significa que también todos han tenido que ceder algo en sus posturas. 

Los documentos de consenso quizá no satisfagan plenamente a nadie, pero tienen el valor de mostrar la unidad de la jerarquía católica ante los fieles. Lo importante, a la hora de valorarlos, es ver si se dice lo suficiente, aunque no se diga todo. Además, teniendo en cuenta que, al final, hubiera sido cada obispo el que tomara las decisiones en su diócesis, la práctica unanimidad conseguida les obliga a todos.

¿Refleja el documento de los obispos norteamericanos lo esencial sobre la recepción de la Eucaristía? Creo que sí y en abundancia. Se insiste en tres puntos esenciales: la presencia real del Señor en la misma, la necesidad de que se esté en gracia de Dios para recibirla porque de lo contrario se comete un sacrilegio, y la obligación que tienen los políticos de estar en comunión con la enseñanza de la Iglesia -no sólo en el tema del aborto, pero también en eso- para poder recibir el Cuerpo y la Sangre de Cristo. La exigencia de que se comulgue en gracia va en contra, además, de la afirmación de que la comunión no debe ser algo que se ofrece sólo a unos pocos privilegiados.

 Quien así opina parece creer que estar en gracia es algo accesible sólo a una élite de exquisitos y que, por lo tanto, se puede comulgar en pecado mortal. Afortunadamente los obispos de Estados Unidos no han tomado en cuenta esto y han insistido en que el que comulga en pecado comete un sacrilegio.

¿Harán caso los políticos pro abortistas y dejarán de comulgar tras estas advertencias que les señalan directamente sin nombrarlos? No lo creo, porque por desgracia comulgar se ha convertido en una cuestión política, como dejó claro el presidente Biden cuando, tras su larga entrevista con el Papa, dijo que éste le había dicho que era un “buen católico” y que podía comulgar; en el caso de que se lo hubiera dicho, era su deber no revelar el contenido de una conversación privada y, si habló de ello, fue, precisamente, por motivos políticos.

Pero hay otro asunto ligado a esto que los obispos de Estados Unidos deben afrontar cuanto antes, porque es urgente. En la inmensa mayoría de las parroquias de ese país el servicio de confesiones a los fieles se reduce a una hora los sábados por la tarde; en Cuaresma varios sacerdotes se unen para ir por las parroquias un día determinado a confesar a los fieles, pero el resto del año sólo hay esa mínima posibilidad de acceder a la confesión. 

Sin embargo, la práctica totalidad de los que van a misa, comulga cada domingo. O bien son santos, o bien muchos de ellos está comulgando en pecado mortal. Es imprescindible, por lo tanto, formar mejor la conciencia de los fieles sobre lo que es bueno y lo que es malo y que el acceso a la confesión no sea un obstáculo casi insuperable. Los sacerdotes norteamericanos tienen que ponerse más horas en el confesionario y los fieles tienen que tomar conciencia de que no pueden comulgar como una rutina, sino que deben hacerlo sólo si están en gracia de Dios. 

Vivir en gracia y, como consecuencia, comulgar en gracia debe ser el objetivo de todo católico. Pero para eso es necesario acudir a los sacramentos, especialmente al de la confesión. Sin más posibilidades de confesarse, un documento como el que han aprobado los obispos norteamericanos se puede quedar en retórica, en palabras que no conducen a ninguna parte.